Índice volumen 1


Enero de 1936
1. Reunión en Palacio del nuevo Gabinete 
2. La suspensión parlamentaria indigna a las derechas
3. La responsabilidad «criminal» del Gobierno 
4. La nuez vacía 
5. Las maniobras contra el Gobierno se extienden a los cuarteles
6. Regalos de los Magos de Oriente
7. Portela disuelve las Cortes
8. Favorable acogida de la convocatoria electoral 
9. Apoyo socialista a las peticiones republicanas 
10. Portela matiza sus palabras, Prieto advierte sobre las vindicaciones morales y las derechas prosiguen sus tanteos 
11. Sentencia contra las milicias socialistas 
12. Pasiones encontradas en los primeros actos electorales 
13. Dificultades para suscribir pactos 
14. Retrasado el pacto electoral de izquierdas 
15. Firmado el pacto electoral de izquierdas 
16. Presentado el pacto electoral de izquierdas
17. El Consejo de Ministros analiza la situación económica
18. El Gobierno usará en exclusiva la radio
19. Unión Republicana se organiza
20. Vuelven las negociaciones
21. Alcalá-Zamora regresa a Madrid
22. El laberinto de Gil-Robles 
23. Gil-Robles establece la posición de la Ceda 
24. Finaliza el Consejo de la Sociedad de Naciones
25. Candidaturas gubernamentales
26. Domingo de campaña electoral 
27. Las dificultades de la prensa 
28. Manifiesto centrista 
29. Companys será candidato 
30. Los militares y la política 
31. La Iglesia revela su programa electoral

Febrero de 1936
1. Los presos podrán ser candidatos
2. Nuevo domingo de campaña electoral
3. La normalidad se abre paso
4. Manifiesto de las izquierdas de Cataluña
5. Banquete en Palacio 
6. El enredo socialista 
7. Martínez Barrio responde a Largo Caballero
8. Los sapos del pantano
9. Maratón electoral
10. Un millar de candidatos
11. Cuatro años después
12. Dos discursos y un enfado
13. Trueque de generales
14. Irregularidades electorales
15. Todo listo para las elecciones
16. Voto a las candidaturas de izquierda
17. Triunfo del bloque popular
18. Crecen los ríos, y se arremolinan los cauces subterráneos
19. Portela dimite y Azaña forma Gobierno
20. Amnistía y paz social
21. Aprobada la amnistía 
22. Las cárceles se vacían de presos políticos y sociales 
23. Domingo de carnaval 
24. Companys permanecerá en Madrid 
25. Cataluña, centro de la política madrileña 
26. Reinstaurado el Gobierno de Cataluña 
27. La disyuntiva catalana 
28. Reincorporación de los despedidos 
29. El comunismo pone a prueba su capacidad de convocatoria 


1 DE ENERO
REUNIÓN EN PALACIO DEL NUEVO GABINETE


El mal tiempo y la lluvia que nos acompañan no han impedido a miles de madrileños congregarse en la Puerta del Sol para presenciar la caída de la bola del reloj de Gobernación y tomar las tradicionales uvas de comienzos de año. Desde el balcón del ministerio, el señor Portela Valladares ha saludado a los presentes.

El presidente del Consejo, y ministro de la Gobernación, ha obsequiado con un lunch, «espléndidamente servido», a autoridades y periodistas. En los brindis ha expresado su confianza en un año «próspero y feliz para la República», y afirmado que «España necesitaba un Gobierno que supiera llevarla por los derroteros de libertad, democracia y justicia que él anhelaba».

Al «lunch» han asistido los nuevos ministros de la Guerra, general Nicolás Molero, Obras Públicas y Comunicaciones, don Cirilo del Río, Trabajo, Sanidad y Justicia, señor Becerra Fernández, e Industria, Comercio y Agricultura, señor Álvarez Mendizábal, que actuará, además, como secretario del Consejo. El señor Portela, que afirmó no estar acostumbrado a trasnochar, se retiró sin entretenerse a sus habitaciones del Hotel Palace, habida cuenta de los compromisos que le esperan en la mañana de hoy. Tanto para él como para el recién estrenado Gobierno, el año comenzará con un Consejo de Ministros en Palacio, presidido por el presidente de la República, señor Alcalá-Zamora.

Consejo en Palacio
Como es costumbre en su primera reunión, su excelencia ha repasado ante el nuevo Gabinete la política nacional e internacional. En el plano internacional, el señor Alcalá-Zamora ha resaltado que, «por fortuna, cada vez se alejan más los temores de una perturbación de tipo europeo» y que «España está decidida a mantener en Ginebra su posición de neutralidad». Por lo que respecta a la política interior, se ha detenido en explicar la significación del nuevo Gobierno. La misión de este Gabinete «no es la de ganar unas elecciones, sino la de presidirlas rectamente» y hacer posible una política de centro. El jefe de Estado opina que cumple con su deber al señalar una orientación de cordura y someterla a la decisión de las urnas.

El resto del Consejo ha estado dedicado a repasar el cese y nombramiento de altos cargos. También ha aprobado dos expedientes de Guerra, uno de ellos relativo a la adquisición de 21 aparatos integrales giroscópicos del capitán Haya, por importe de 147.000 pesetas. El invento del aviador español permite a los pilotos una navegación segura en vuelos sin visibilidad.
Concluido el Consejo, el jefe del Gabinete ha anunciado la firma del decreto que prorroga la suspensión de las sesiones de Cortes durante todo el mes de enero. Las sesiones llevan suspendidas desde el pasado 17 de diciembre. Su presidente, don Santiago Alba, ha manifestado que, pese a estar personalmente de acuerdo con el dictamen técnico emitido por la Secretaría de la Cámara, contrario a dicha suspensión, la mayoría de los grupos parlamentarios la encuentran justificada y oportuna, por lo que no le cabe sino cumplirlo.

Crisis del primer Gabinete de Portela
Los ecos de la crisis del anterior Gabinete del señor Portela nos ayudan a esclarecer lo sucedido. Sus dieciséis días de existencia parecen ahora incontables a la luz de las revelaciones que dan razón a quienes ya entonces consideraron imposible su continuidad. No es aventurado señalar que la crisis comenzó a fraguarse si no en el momento mismo de su constitución, sí diez días después cuando don Alfredo Martínez, ministro entonces de Trabajo, Sanidad y Justicia, se reunió con el señor Gil-Robles en Serrano 6, la sede de Acción Popular, y el señor De Pablo Blanco, titular de la Cartera de Industria, Comercio y Agricultura, más discretamente, hizo lo propio al recibir en su casa al jefe de la Ceda.

Sea cual fuere el resultado de tales reuniones, al día siguiente, la Ceda anunció que no admitiría en su coalición electoral a ningún partido con representación en el Gobierno. Se colocaba así frente a la formación de centro, preconizada por los señores Portela y Alcalá-Zamora, por considerarla incompatible con el «frente contrarrevolucionario» que pro-mueve de cara a las próximas elecciones. Tales circunstancias complicaban tanto el futuro político de estos señores como el de otros ministros —léase, don Joaquín Chapaprieta, titular de Hacienda, o don José Martínez de Velasco, ministro de Estado— líderes de formaciones políticas minoritarias, condenadas de antemano al fracaso electoral sin el auxilio de la Ceda y del señor Gil-Robles.
El último episodio de la intriga tuvo lugar hace tres días, el 29 de diciembre. Los señores Martínez de Velasco, Chapaprieta y De Pablo almorzaron, junto con sus esposas, en casa del primero de ellos. Al parecer, dolidos por la amenaza de la Ceda de excluirles de sus listas electorales decidieron aplazar el planteamiento de la crisis a fin de que no se viera en ella la imposición de fuerzas externas. En consecuencia, al día siguiente no creyeron oportuno destaparse en el Consejillo que celebra el Gobierno cuando es convocado en Palacio previo a su reunión con el presidente de la República.

El Consejillo discurría por cauces normales. El señor Portela había sometido a votación y se habían aprobado los dos decretos que más le urgían: la prórroga de los Presupuestos y la disolución de las Cortes. Nada hacía entrever que el Gobierno vivía sus últimos momentos cuando el jefe del Gabinete hizo lo que sus oponentes habían decidido evitar. Convencido de que «con tales hombres ni aun perdiendo podía continuar», de que sus energías se consumían en luchas internas y no en gobernar, anunció, para sorpresa de todos, que el Gabinete estaba en crisis. Como motivo adujo el haberle sido remitida por el ministro de Marina, vicealmirante De Salas González, la carta de su dimisión. De Salas se mostró dispuesto a retirarla, pero, agradeciéndole el gesto, el señor Portela no consintió.

Llegados al desenlace, parece ser que los ministros trataron de evitar por todos los medios una crisis que les dejaba descolocados de cara las próximas elecciones. Al señor Portela le había salido bien la jugada planeada. Con los decretos firma-dos en su mano, sentenció que, si a un ministro le era permitido dimitir, lo mismo era válido para el jefe del Gobierno. Salió de la sala, pidió ser recibido por Alcalá-Zamora y le presentó su dimisión.


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